Blogia

El Vuelo del Pensamiento

Conchaveo a costa de Kioto

Hoy he leído una noticia que me ha llenado de inquietud. El señor Putin, tras pasar un largo fin de semana con su amigo Bush, ha declarado que no es tan importante eso de ratificar el Protocolo de Kioto. Una losa más se pone encima de todos nosotros. Lo poco que se había conseguido con la firma de este Protocolo, ya que era un acuerdo rebajado de las intenciones iniciales, se está deshaciendo. Primero fue el señor Bush nada más llegar a la presidencia tras el golpe de estado que llevó a cabo. Y ahora el señor Putin, decide no ratificarlo en contrapartida del apoyo de Bush para que haga lo que desee en Chechenia y otros lugares. ¿A dónde estamos llegando? Los humanos nos creemos que podemos hacer lo que queramos y que nunca vamos a sufrir las consecuencias. Pero estamos equivocados, todo tiene un límite, y el limite de aguante de los ecosistemas está cada día más cerca. Ojalá la ciudadanía de todo el mundo fuera consciente de lo que nos estamos jugando en todo esto, es nuestra propia supervivencia. Nuestro futuro y el futuro de nuestro herederos. Y encima buscan apuñalar la única posibilidad de ayuda, la ONU, que, con todos sus defectos, es la base para construir un mundo mejor para todos y no sólo para unos pocos. Cada día el horizonte está más oscuro...tenemos que cambiarlo...luchar por conseguir algo mejor...levantarnos.....soñar que es posible cambiar.......

HISTORIA (I)

El reloj marcaba las cinco. Las primeras hojas del otoño salpicaban el agua de la fuente, dándole un ligero aire de charca. Esporádicas ráfagas de viento levantaban remolinos de tierra y hojas hasta casi la altura de sus ojos. Que miraban hacia un punto indefinido del horizonte. Aún notaba la carta encerrada entre las garras de su puño cerrado, se la sabía de memoria, podía recordar cada párrafo de desgarrado dolor. Cada punzada que habían producido en todo su cuerpo, cada amago de desfallecimiento, cada instante tomado para evitar que todo a su alrededor se tornara en objetos desfigurados. Cada palabra se encadenaba en una frase que le iba sumiendo en un remolino de desesperación, de dolor incontrolado.
No era capaz de discernir de qué manera había llegado al parque. Se encontraba en un estado en el que nada a su alrededor tenía sentido, sólo los puños cerrado y el reflejo de un futuro no vivido que creía adivinar entre las hojas flotantes de la fuente eran objeto de sus sentidos. Su imagen se reflejaba en compañía de un imposible, de una quimera que ya no podía realizarse, que nunca más sucedería.